Diagonales (22-11-11)

“Me dijo que dejara el país en 24 horas o era boleta”

Diagonales /  Un testigo apuntó a Etchecolatz y recordó los dos secuestros que sufrió en 1976

Néstor Brusso cuenta su calvario frente al tribunal. Fue secuestrado a horas de haber sido liberado

Todo lo que Néstor Brusso relató ayer en el juicio que se realiza en La Plata ya lo había contado en la CONADEP y en el juicio a las juntas apenas regresada la democracia. En su declaración rememorar su doble secuestro: el primero por parte del Ejército, en agosto de 1976; el segundo, por la Policía, la misma noche en que los anteriores lo habían liberado.

Ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 que lleva adelante el debate por el Circuito Camps, el testigo recordó que permaneció detenido – desaparecido en la comisaría Octava, por cuenta del Regimiento 7 de La Plata, y luego en Arana y en la Brigada de Investigaciones de Quilmes, por cuenta de la Bonaerense. Recordó que durante su cautiverio conoció al desaparecido Osvaldo Busetto y a Gustavo Calotti, secuestrado en La Noche de Los Lápices.

También relató que antes de ser liberado un jefe policial le dio 24 horas para dejar el país si no quería ser “boleta”, y apuntó sus sospechas a Miguel Osvaldo Etchecolatz. En la misma audiencia también habló el policía y pidió que la autora del libro “La casa de los conejos” sea citada a declarar. Otros testigos recordaron el secuestro de Rubén D’Ovidio, el de su hermano y su padre.

“A la casa de mis padres fue el monseñor Montes en nombre de monseñor Plaza, y por su indicación les dijo que yo estaba vivo y que iba a salir con vida. Contando con ese dato, mi mujer tenía todo preparado para salir del país con mis dos hijos. A la mañana siguiente de ser liberado salí de Ezeiza hacia San Pablo donde viví siete años. Regresé en el ‘83 y me instalé en Viedma”, contó Busso en el juicio que se realiza en 4 entre 51 y 53.

A Busso la dictadura lo obligó a dejar La Plata, donde nació y creció, y donde fue parte de Acción Católica durante su Juventud. Esa relación con la Iglesia la mantenía a los 25 años desde su imprenta, donde fue secuestrado el 12 de agosto de 1976 durante un operativo del Ejército.

Ese día fue interrogado por las publicaciones que había en su imprenta, “todas publicaciones de circulación legal”, vinculadas a la religión. Recordó que fue llevado a la comisaría Octava, de 7 y 74, donde tras pasar un tiempo detenido desaparecido, pudo recibir visitas de su familia, que se había enterado que estaba allí por una infidencia de un conscripto de la guardia del Regimiento 7.

Fue liberado el 1º de septiembre y le dieron un papel que “certificaba que había estado detenido por averiguación de antecedentes”, recordó.

El día de su liberación, Busso lo festejó cenando con su esposa y sus dos hijos en la casa de sus padres, donde se quedaron todos a dormir. Pero a la madrugada una patota de hombres vestidos de civil y portando armas largas irrumpió en su habitación y volvieron a secuestrarlo. Esta vez, el cautiverio se prolongó hasta el 20 de octubre.

“Bajo amenazas me hacen vestir y me sacan. En la puerta alcancé a ver dos torinos. Cuando me van a meter en uno de los autos alguien dice: ‘ahí no que ya hay otro’. Me tiran en la parte de atrás del auto, en el piso”, recordó.

Busso estuvo detenido en un centro clandestino de detención que más tarde reconoció como Arana. “Me hicieron un interrogatorio distinto al que me habían hecho en la comisaría Octava”, recordó, y apuntó: “Era incoherente, como si lo más importante fueran las amenazas”.

Con los ojos vendados y maniatado permaneció en ese lugar un tiempo en el que identificó a Christian Von Wernich. Junto a una pareja de estudiantes del colegio La Legión y un profesor de música de nombre Abel, fue llevado luego a la Brigada de Quilmes.

Allí pudo comunicarse con otros detenidos como el militante del PRT ERP desaparecido Osvaldo Bussetto –“Aprendimos a comunicarnos con señas con las manos”, explicó– y con el militante secundario Gustavo Calotti, con quien compartió la celda.

Busso recordó que el 5 de octubre lo obligaron a firmar una confesión en la que decía que “colaboraba con la subversión”. Poco después lo llevaron a la Brigada de Investigaciones de La Plata, en 55 entre 13 y 14, desde donde lo liberaron.

“Me subieron al auto y al lado mío se sentó alguien a quien los que iban adelante lo trataban como a un jefe. Estuvo como media hora dándome un sermón. Todo un discurso político de la guerra que libraban contra la subversión”, recordó Busso.

También recordó el ultimátum que le dio: “Me dijo que tenía que dejar el país. Me dijo: ‘Si en 24 horas te encontramos, sos boleta’”. Por la voz cree haberlo identificado: “Tengo la fuerte sospecha que ese señor era Etchecolatz”, dijo.

ETCHECOLATZ PIDIÓ CITAR A UNA ESCRITORA

El imputado Miguel Osvaldo Etchecolatz volvió a ampliar su declaración indagatoria en el juicio por el Circuito Camps y reiteró el pedido de recorrer la casa Mariani Teruggi, del que había desistido, y pidió como testigo a la autora del libro La casa de los conejos, Laura Alcoba.

“Alcoba está en París. Ella refiere claramente lo que le tocó vivir cuando tenía ocho años, que tenía que cambiarse de una casa a otra por disposición de Montoneros”, adujo.

El represor utilizó el libro para justificarse: “Dice claramente el asunto de las armas”, y abundó: “Habla de que el asunto de la crianza de conejos no era realmente un comercio, sino que era una pantalla para hacer la parte de Evita Montonera”.


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